POR RACHEL ZAMZOW / 1 DE MAYO DE 2019
A primera vista, la "teoría de la conectividad" del autismo es simple: en los cerebros con autismo, dice la teoría, la comunicación entre regiones es atípica. Pero el modo exacto en que lo hace, todavía es complejo y poco claro.
Por conectividad, los investigadores generalmente se refieren a "conectividad funcional", una medida del grado de actividad sincronizada entre diferentes regiones del cerebro. Durante la última década, un número creciente de estudios sobre el autismo han examinado los patrones de conectividad mientras los participantes descansan en un escáner cerebral.
Parte de este trabajo indica que el autismo se caracteriza por la falta de conectividad entre regiones distantes del cerebro y la sobreconectividad entre las partes vecinas; otros, muestran diferencias en la conectividad dentro de ciertas redes cerebrales. En un estudio, las conexiones dentro del modo predeterminado, o de "soñar despierto", la red de cerebros con autismo parecían especialmente débiles.
A partir de estos hallazgos dispares, los investigadores han construido la teoría de la conectividad a grandes rasgos. Pero los resultados de algunos estudios están en desacuerdo con los patrones propuestos, y algunos no encuentran ninguna diferencia entre el autismo y los cerebros de control. A medida que los estudios se hacen más grandes y más sofisticados, aumenta el número de hallazgos vinculados a lo divergente.
Aquí explicamos estos resultados contradictorios y cómo los investigadores los están abordando.
¿Por qué los hallazgos de conectividad en el autismo son tan inconsistentes?
Una de las principales razones es la diversidad del autismo: cada persona con autismo es diferente de la otra, con una constelación única de comportamientos, experiencias y genes. No es de extrañar que los patrones de conectividad individuales también difieran.
Entonces, algunos investigadores han comenzado a buscar patrones de conectividad en subgrupos de personas con la afección. Por ejemplo, las mutaciones en los genes MET y CNTNAP2 ligados al autismo producen patrones que difieren de los que tienen las personas sin estas mutaciones. La conectividad también puede diferir entre hombres y mujeres con autismo.
Grandes conjuntos de datos, incluido el Autism Brain Imaging Data Exchange, pueden ayudar a los investigadores a identificar grupos de individuos autistas con distintos patrones de conectividad. Algunos investigadores han comenzado a buscar grupos a menor escala, con especial atención a las regiones del cerebro que gobiernan el lenguaje, por ejemplo.
¿Qué otros factores afectan los patrones de conectividad en el cerebro?
Edad. Varios informes sugieren que la conectividad difiere entre niños y adultos con autismo. Por ejemplo, los niños autistas pueden tener conexiones inusualmente fuertes en varias redes cerebrales; los adultos autistas tienden a mostrar conexiones más débiles en algunas de las mismas redes.
Dirigirse a la pubertad podría revelar por qué sus cerebros parecen cambiar de esta manera.
Los investigadores también podrían obtener información al estudiar a los niños pequeños autistas antes de que reciban tratamiento. Un estudio de niños dormidos de 2 a 4 años sugiere que las conexiones entre algunas regiones del cerebro son inusualmente débiles, no fuertes, en los niños pequeños con autismo.
Los datos más valiosos provienen de estudios que rastrean la conectividad en las mismas personas a lo largo del tiempo. Uno de los pocos estudios de este tipo sugiere que la conectividad entre algunas redes cerebrales aumenta desde la adolescencia temprana hasta la tardía en las personas típicas, pero permanece estable en las personas autistas. Es probable que varios estudios que siguen a los niños hasta la adolescencia proporcionen más información.
¿Pueden los métodos de investigación influir en los resultados de la conectividad?
sí. Los resultados de los estudios de imágenes cerebrales están sujetos a variaciones en la fuerza del imán, el enfoque experimental y los métodos de análisis de datos. La conectividad entre algunas regiones del cerebro es más fuerte, por ejemplo, cuando los ojos de los participantes están abiertos que cuando están cerrados. Los fármacos psicotrópicos, como la fluoxetina (Prozac) o el metilfenidato (Ritalin), también pueden alterar los patrones.
El movimiento de la cabeza y otros movimientos, como la respiración, también pueden distorsionar los resultados. Los investigadores todavía están buscando formas de minimizar o corregir estos factores.
El uso de varias técnicas de imágenes en combinación puede proporcionar datos más ricos y hallazgos más confiables, dicen algunos. El método más común es la resonancia magnética funcional. Otros métodos incluyen la magnetoencefalografía, que rastrea las fluctuaciones en los campos magnéticos del cerebro, y las imágenes del tensor de difusión, que mapea las conexiones estructurales.
¿Podría la conectividad servir como biomarcador del autismo?
No es agradable. Algunos científicos están buscando marcadores biológicos que indiquen de manera confiable la condición, pero ha sido difícil mostrar diferencias consistentes en la conectividad. Los patrones de conectividad en el autismo también pueden superponerse con los de otras afecciones, como son la esquizofrenia o la depresión.
Parte del problema radica en la incertidumbre de los investigadores sobre cómo analizar los escaneos. Un método llamado aprendizaje automático se usa a menudo para clasificar a los participantes como autistas en función de su conectividad, pero diferentes algoritmos pueden producir hallazgos discrepantes. Y los investigadores con frecuencia no pueden replicar sus hallazgos cuando aplican sus métodos a un nuevo conjunto de datos.
The connectivity theory of autism, explained | Spectrum | Autism Research News (spectrumnews.org)
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